Imagen tomada de la BBC

Publicado en El País de Cali el 19 de Agosto del 2025

El viernes pasado, el presidente Donald Trump se reunió con Vladímir Putin para discutir las posibilidades de un acuerdo de cese al fuego que pueda poner fin a la guerra en Ucrania. Previo a la reunión, el mandatario estadounidense había afirmado que, en caso de no poder llegar a un acuerdo de cese al fuego, Rusia sufriría consecuencias serias.

Sin embargo, esto fue retórica vacía, como muchas hechas por Trump anteriormente en relación con Rusia. No solo no se llegó a un acuerdo, sino que Putin logró persuadir a Trump de que presionara a Zelenski para que las fuerzas armadas Ucranias retiraran sus tropas de la región del Donbás, para que sean anexadas por Rusia, al igual que de que Ucrania no pudiera unirse a la Otan, la principal alianza militar de Occidente.

En otras palabras, Trump fue impotente contra Putin y, de paso, le envío una señal a China de que su gobierno tampoco tendría la firmeza para defender a Taiwán.

Ahora, como parte de las negociaciones, según el equipo de Trump, Vladímir Putin ofreció una serie de garantías sólidas de seguridad para Ucrania. No obstante, estas son difíciles de creer si se tiene en cuenta que Putin, en 2021, afirmó en un ensayo escrito por él, que Ucrania no es un Estado legítimo, que este país es Rusia y no debería existir como un país independiente.

Además, en 1994, Ucrania firmó el memorando de Budapest, donde accedía a entregar su arsenal nuclear a cambio de que Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos se comprometieran a respetar su soberanía e integridad territorial. Este acuerdo además les prohibía a las potencias el uso de la fuerza en su contra, incluyendo de armas nucleares.

Rusia, sin embargo, incumplió este acuerdo en 2014, cuando Putin anexa Crimea ante los ojos impunes de occidente, y en 2022, cuando el mandatario ruso decide invadir Kiev y empezar la guerra. Por consiguiente, ¿Por qué se debe confiar ahora en las garantías de seguridad de Putin?

En Anchorage, Trump tuvo la oportunidad de tener un triunfo diplomático y de edificarse como un presidente capaz de enfrentar la diplomacia y política internacional de alto nivel, de mostrarse como el ‘gran negociador’ que se jacta de ser. Sin embargo, el primer mandatario estadounidense terminó pareciéndose a Neville Chamberlain en Múnich en 1938 cuando, como parte de la política de apaciguamiento, el primer mandatario británico le entregó Checoslovaquia a los Nazis. En otras palabras, pudiendo ser Churchill, Trump escogió ser Chamberlain.

La razón de esta impotencia es evidente. Aunque Trump se presenta como un gran negociador, este es incapaz de implementar una estrategia clara, con líneas rojas claras, y con el manejo de detalles que requiere la diplomacia internacional. Lo suyo son las puestas en escena, la improvisación, el llamar la atención y publicar imágenes en redes sociales con mensajes rimbombantes, a expensas del contenido de los acuerdos y de la minucia que requiere la geopolítica y la diplomacia.

El resultado de esto, como señala Stephen Walt para Foreign Policy, es que Estados Unidos, bajo esta administración, “tiene una reputación como un aliado poco confiable y un actor diplomático incompetente”. El futuro geopolítico mundial depende de que esta realidad cambie, pues la historia nos muestra que apaciguar a dictadores, como Putin, puede salir mucho más caro que el Donbás.

MARIO CARVAJAL CABAL

Consultor Senior de Asuntos Públicos para IDDEA Comunicaciones

Twitter: @Mariocarvajal9C

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