Desde su regreso a la presidencia, Donald Trump ha intensificado el uso de la geoeconomía como herramienta de poder, combinando sanciones tradicionales con tácticas más sutiles pero igualmente efectivas, como la revocatoria de visas.

El acceso a cooperación internacional se complica para América Latina tras la reducción de USAID. Sin embargo, potencias medias como Corea del Sur, Japón y Australia ofrecen alternativas estratégicas en infraestructura, salud, agricultura y digitalización. Para aprovechar estos recursos, la región debe alinear proyectos con sus prioridades y diversificar socios.

La Unión Europea impulsa inversiones en América Latina y el Caribe por 45.000 millones de euros, enfocadas en energías limpias, digitalización, electromovilidad y salud. Aunque la UE ya es un socio comercial clave y principal inversionista, persisten obstáculos: desalineación de prioridades, brecha de talento, barreras lingüísticas y diferencias regulatorias.

La Unión Europea busca fortalecer su relación con América Latina y el Caribe mediante inversiones en energías limpias, digitalización, electromovilidad e innovación. Aunque ya es un socio comercial clave y principal inversionista, persisten retos: desalineación de objetivos, brecha de talento, barreras lingüísticas y diferencias regulatorias que limitan la cooperación plena.

Europa no puede reemplazar la asistencia de USAID en América Latina, ya que prioriza su seguridad y la guerra en Ucrania. La reducción de fondos estadounidenses afectará programas clave, agravando problemas estructurales y aumentando la migración irregular en la región.

Colombia bloqueó la llegada de deportados de EE.UU., lo que desató represalias comerciales y diplomáticas de Trump. La crisis mostró la geoeconomía como herramienta de presión y podría impulsar a China como un socio clave en América Latina.