El regreso de las armas nucleares

Publicado en El País de Cali el 8 de julio del 2025

Tras el fin de la Guerra Fría y la llegada del momento unipolar de Estados Unidos, el mundo creyó que las armas nucleares habían dejado de ser una amenaza relevante. Según Foreign Affairs, en 2009 figuras como Henry Kissinger, George Shultz, Sam Nunn y William Perry abogaron públicamente por su eliminación total. Washington y Moscú, entonces, trabajaban en la reducción de sus arsenales, y la atención global se centraba más en el combate al terrorismo que en una competencia geopolítica entre grandes potencias.

Sin embargo, la realidad ha cambiado de forma drástica. Estados Unidos enfrenta hoy una rivalidad cada vez más intensa con China, mientras la estrategia nuclear ha vuelto al centro del escenario. Pekín busca quintuplicar su arsenal para 2035, pasando de 300 ojivas en 2019 a unas 1500, con el objetivo de alcanzar la paridad con Rusia y EE. UU. Por su parte, la Rusia de Vladímir Putin ha utilizado la amenaza nuclear como escudo para su agresión en Ucrania, mientras que Corea del Norte expande su capacidad con misiles capaces de alcanzar territorio continental estadounidense. Irán está más cerca que nunca de fabricar un arma nuclear y, en mayo, el mundo presenció un hecho inédito: India y Pakistán —ambas potencias nucleares— se atacaron mutuamente con armas convencionales tras un atentado terrorista. El episodio pudo haber escalado hacia un enfrentamiento nuclear.

Nunca antes Estados Unidos había tenido que disuadir y proteger a sus aliados frente a múltiples potencias con armas nucleares al mismo tiempo. Frente a este escenario, Washington necesita una estrategia que no solo enfrente las amenazas actuales, sino que también reconstruya los marcos de control que durante décadas evitaron una catástrofe global.

Rusia, China y Corea del Norte podrían incorporar la amenaza explícita del uso nuclear en sus doctrinas militares, construyendo un escudo que les permita actuar con mayor agresividad contra países no nucleares, como sucede hoy con Ucrania. Además, podrían coordinar sus acciones para debilitar las alianzas de Occidente y limitar la capacidad de respuesta estadounidense.

Todo ello pone en riesgo los mecanismos de contención que, por décadas, limitaron la proliferación nuclear y ofrecieron seguridad a decenas de países bajo el paraguas estratégico de EE. UU. Esta erosión ha llevado a que varios aliados en Asia y Europa consideren, por primera vez en décadas, la posibilidad de desarrollar sus propios arsenales.

Por ello, no basta con reactivar una política de disuasión. También es urgente reconstruir la arquitectura diplomática que evitó la proliferación y promover acuerdos que frenen la incorporación de inteligencia artificial en este tipo de armamento. De lo contrario, el mundo deberá enfrentar una amenaza nuclear no solo más fragmentada, sino también automatizada y liderada por potencias que buscan desestabilizar el orden global. Y lo hará con una tecnología que, de ser implementada en armas nucleares, podría eliminar la capacidad de reacción humana en sistemas capaces de aniquilarnos.

MARIO CARVAJAL CABAL

Consultor Senior de Asuntos Públicos para IDDEA Comunicaciones

Twitter: @Mariocarvajal9C

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